A Lisímaco
Contemplando hondonadas, rellenas de flores, adornadas con canticos de bellos pájaros, escuchando a lo lejos el mugir de las vacas al campo, creo poder verte.
Aquí sentado en este paisaje contemplando, san raféales; un travieso gorrión se roba mi atención, porque con esfuerzos galaicos trata a través de todo medio, probar del dulce manjar del chirrite que traviesamente baila la melodía del viento.
Me parece escuchar tu nombre a lo lejos, con cada hombre que con ahincó trabaja la madre tierra, con cada mujer que afanosamente prepara café y tortillas, con cada familia que al juntarse en el santo compartir, saborean, aguadulce con pan casero.
Se que soy de tierras lejanas y quizás aunque fuese de aquí, el tiempo no me hubiese dado la oportunidad de compartir nuestra pasión, por las letras, la humanidad, el campo, el amor.
Pero se hermano que no me siento mas ajeno o extranjero; porque amo esta tu tierra, bella, donde esta mañana de verano sol, decidí traerte a través del tiempo en alas de la memoria,
Porque escribir es signo de eternidad.
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