Diario de una despedida día 1


Le vi,
profundo su mirar se clavo en mi alma,
sabia que moría.
Más no podía hacer nada para detenerle,
el corazón partía
rumbo al olvido aquella fría mañana.
En la memoria recuerdos sollozan,
entre anhelos de un pasado casi palpable,
pero perdido en el tiempo,
sin posibilidad de algún retorno.
Albergue cada suspiro suyo en mi pecho
Y decide recordarle para siempre,
como la primera vez que le vi sonreír,
así como era; mi amante y mi único amor.
Entre despedidas, los cuerpos retornaron,
viajes en el pasado iban quemando cada pupila
y encendiendo lo que hasta hoy pensaba perdido.
Me estrecho en cada rincón y con mis últimas palabras,
mis primeras lágrimas:

¡Dios te cuide siempre
Y no te preocupes aquí todo estará bien, adiós ¡